Distraídos y en una


Si reforzamos a los usuarios para que se tomen selfies,

si les regalamos corazones y likes,

¿empezarán a hacerlo obsesivamente?1


Si estás atrapado en el sueño de otro, estás jodido.2


¿Cómo recuperar nuestra atención? Es la pregunta que intenta responder Johann Hari, quien afirma no ser capaz de controlar su propio uso de internet.3 Hari se dió cuenta de que llevamos algo en nuestro bolsillo que siempre nos ofrece lo más fácil en vez de lo más importante4, que nos invita a distraernos infinitamente y que nos hace adictos mediante la manipulación de los circuitos de recompensa del cerebro. Hari se desconectó de internet, se fue a vivir a una casa en la playa y se recuperó. Difícilmente podamos hacer eso porque el Lunes tendremos que volver a trabajar. Pero, quedémonos con esta pregunta: 
¿Cómo hacemos para dejar de ser adictos al teléfono? Algunos dirán que es cuestión de ponerle voluntad, pero se equivocan. Los últimos avances científicos han demostrado que la voluntad no es infinita, es bastante limitada. Hay cuestiones físicas involucradas en el agotamiento de la paciencia y en no poderse contener ante las tentaciones. Esto lo investigó Baumeister dando a grupos de sujetos diferentes tareas sucesivas que requerían altos niveles de autocontrol como, por ejemplo, resistirse a comidas y bebidas o resolver rompecabezas complejos. Se comprobó que incluso si las tareas no tenían ninguna relación entre sí, los grupos que habían hecho un gran esfuerzo en superar la primera tarea fallaban más en la siguiente. Los resultados llevan a pensar que el autocontrol utiliza recursos mentales limitados. Este fenómeno, conocido como “agotamiento del ego”5, es algo a tener en cuenta a la hora de luchar incansablemente contra las ganas de mirar las notificaciones del teléfono, ya que, en días en los que estamos tranquilos, bien dormidos y relajados, podemos mantener el control pero, en días donde nuestra voluntad ya ha sido agotada por otros factores, somos muchos más propensos a no poder resistir la adicción a las pantallas.
Además de no tener voluntad infinita, está comprobado que no siempre elegimos lo que es mejor para nosotros. Somos fácilmente víctimas de manipulación mediante nuestros más básicos instintos. El estímulo supranormal6 fue descubierto por Tinbergen y Lorenz en los años 50. Estos demostraron mediante experimentos que aquellos animales que responden a cierto estímulo responden también, y con más intensidad, ante la versión exagerada del mismo. Por ejemplo, si los pavos reales eligen a su pareja por su plumaje, es posible agregar cada vez más plumas artificiales a un pavo real para hacerlo más deseable, incluso es posible crear una marioneta exageradamente emplumada que será preferible al macho real. Ocurre que los instintos no tienen límites y las respuestas instintivas se producen incluso ante estímulos artificiales o irreales.7 La comida chatarra, la televisión, los videojuegos, el porno y las redes sociales son ejemplos de estímulos supranormales que nos afectan a nosotros como animales humanos. Y como muchos de estos estímulos están contenidos en los teléfonos, es que vemos a tanta gente mirar la pantalla en vez de interactuar con el mundo físico.   
Por otro lado, hay que tener en cuenta que existen equipos con miles de ingenieros y diseñadores que se ganan la vida ideando formas de robar nuestra atención, que han acumulado información nuestra durante años y que ahora, con el uso de inteligencia artificial, pueden identificar patrones en nuestro comportamiento que hasta nosotros desconocemos. Todo se usa finalmente para manipularnos con el objetivo de que pasemos el mayor tiempo en sus aplicaciones y plataformas, para que veamos la mayor cantidad de publicidad y así ganen más dinero. Hasta nos invitan a usar varios dispositivos a la vez: ver la TV y reaccionar en las redes al mismo tiempo. Esto no se debe a ninguna gran conspiración, simplemente así funciona el sistema cuando no hay ningún tipo de regulación. Nuestra falta de atención es un simple efecto colateral de la necesidad de generar dinero de las grandes compañías. Las notificaciones, el botón me gusta, el feed y el scrolling infinito son inventos de ingenieros que contestaban a la pregunta: ¿Cómo puedo hacer que alguien pase más tiempo en mi aplicación?
En resumen, no podemos dejar librado esto totalmente a la voluntad porque es finita. Además somos propensos a ser manipulados primero, mediante nuestros instintos y luego, mediante patrones de comportamiento que ni siquiera conocemos. ¿Qué hacemos entonces? Parece que tenemos todas las de perder. 
Pero ¿Cuál es el problema de vivir distraídos? Para Hari la pérdida de atención lleva a menor capacidad de resolver problemas complejos, menor comprensión de los fenómenos, a perder profundidad y abstracción, a perder la capacidad de recordar (¿quién puede rememorar los Reels o los tweets que vió ayer?). También nos volvemos más propensos a ser manipulados por otros, a ser entrenados para desear constantemente recompensas, mensajes, comentarios, likes, ofertas, descuentos, etc. ¿Hay solución?
La primera solución la encontraron los griegos hace ya mucho tiempo y la dejaron escrita en la Odisea, específicamente en el canto XII, aquel donde Ulises tiene que enfrentar a las sirenas. En éste capítulo Ulises y sus hombres deben pasar con su barco cerca del mar de las sirenas y saben que si alguno escucha su canto no se podrá resistir y se lanzará al agua para ser devorado. Entonces le pide a sus hombres que lo aten al mástil del barco y que no lo desaten hasta haberse alejado lo suficiente de la zona de las sirenas. Además les da tapones de cera a todos para que no escuchen los cantos y  puedan también salvarse.
La estrategia de Ulises es lo que John Elster llamó precompromiso8: la capacidad que tenemos de limitar previamente las opciones futuras, para garantizar que las decisiones a largo plazo se cumplan, evitando impulsos que nos distraigan y nos desvíen. Es limitar nuestro poder de acción a corto plazo para lograr beneficios a largo plazo. Cualquiera que tenga metas sabe que hay que perder algo ahora para ganar algo después. Es el “vivir acorde a la razón” de los griegos, lo que llamaban autonomía: el gobierno de uno mismo. 
¿Cómo se puede aplicar el precompromiso al caso de la adicción al teléfono? Cada uno tendrá que ingeniárselas según su voluntad y su medida. Para empezar: eliminar las notificaciones, desinstalar aplicaciones adictivas, dejar de seguir contenido que tan solo nos distrae, no llevar el teléfono al gimnasio o al parque (o a todos lados), darle el teléfono a alguien de confianza para no tener ni la oportunidad de prenderlo o tirarlo al fondo del mar.
La segunda solución es encontrar estados de flujo. Es eso que ocurre cuando pintamos, tocamos música, leemos una novela o realizamos alguna tarea manual que nos enfoca tanto que perdemos la noción del tiempo y la autoconciencia. Para cada uno será diferente la tarea pero el efecto es siempre el mismo: hiperconcentración y relajación, es algo que los músicos también llaman “la zona”.   
La tercera solución es muy simple: dormir más y mejor. Está comprobado que a medida que nos cansamos la atención parpadea y pensamos con menos claridad.9 No es casualidad que empresas como Netflix digan que su competencia no es Amazon, sino la almohada. Tiempo que nos roban de sueño es tiempo que pasamos en sus plataformas y es también una propensión a la distracción. 
Finalmente, la cuarta solución es permitirnos la divagación mental: no hacer nada en concreto. Dar un paseo y dejar que los pensamientos vayan y vengan, que se formen nuevas conexiones, que la mente vaya al pasado y también al futuro, tratando de dar sentido al mundo.10 

1-  Cf. HARI Johann - El valor de la atención Pág. 78
2-  Zizek citando de memoria a Deleuze en “Chocolate sin grasa”. Pág.54
3-  HARI Johann - El valor de la atención Pág. 46
4-  Ibíd. Pág 53
7-  Cf. Ibíd.
8- Cf. Elster Jon - Ulises y las Sirenas Pág 67
9-  Cf. HARI Johann - El valor de la atención Pág. 96
10-  Ibíd Pág 134,135