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Maestros Ignorantes

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Después de leer El maestro ignorante de Ranciere es muy difícil pensar la tarea del educador y la función de la escuela de la misma forma que antes. Muchos de nuestros profesores, si bien afirman haberse encontrado en algún momento con esta obra, y no niegan que sea valiosa, le temen. Esto puede deberse a que la obra de Ranciere es un tanto polémica, que arremete contra las instituciones y que puede resultar paralizante. Hay una contradicción evidente para quien desee aceptar sus principios y, a su vez, ser partícipe de una institución como la escuela. Hay que ver si es posible hacer algo con esa contradicción. Ranciere toma la tesis de la igualdad de las inteligencias de Joseph Jacotot, un pedagogo de comienzos del siglo XIX que logró “enseñar” el idioma Francés a unos alumnos holandeses sin saber él mismo nada de holandés, contando sólo con una edición bilingüe de un libro . Después de esa experiencia Jacotot dejó de creer que la tarea del educador sea transmitir sus conocimientos a

Byung-Chul Han: Cansados y transparentes

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Los filósofos crean conceptos. Los conceptos nos sirven para pensar la realidad, entenderla y también transformarla. Uno de los filósofos más prolíficos de la actualidad es un profesor coreano de la Universidad de Artes de Berlín. Hay que reconocerle a Byung-Chul Han el esfuerzo de escribir sobre el presente, creando conceptos que explican lo cotidiano y permiten desactivar, por momentos, los síntomas de la época. Para Han nuestra sociedad es la sociedad del cansancio . Vivimos obsesionados con el rendimiento, la eficiencia y la actividad. Creemos que lo podemos todo. Queremos hacer cada vez más y más rápido. Consumir todas las experiencias y novedades, trabajar muchas horas, entrenar, salir y tener muchos hobbies. También atender a todos los talleres y formarnos permanentemente, pero sin olvidarnos de viajar. Nos exigimos un rendimiento que hace que nos explotemos cada vez más.  A partir de cierto punto de productividad, la técnica disciplinaria, es decir, el esquema negativo de la pr

El fin del capitalismo

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El capital se instalará como un parásito en las relaciones humanas. 1 Cuando se intenta explicar el capitalismo se cuenta un cuento donde aquel que trabaja y se esfuerza, logra acumular riqueza y, quien es perezoso, se queda pobre y termina trabajando para el capitalista. Es una suerte de selección natural meritocrática. Pero, para industrializar al mundo hizo falta un poco más que eso. El descubrimiento de los yacimientos de oro y plata de América, la cruzada de exterminio, esclavización y sepultamiento en las minas de la población aborigen, el comienzo de la conquista y el saqueo de las Indias Orientales, la conversión del continente africano en cazadero de esclavos negros: son todos hechos que señalan los albores de la era de producción capitalista. 2 La acumulación originaria del capital descansa sobre la matanza, el saqueo, la piratería y la esclavitud, además del esfuerzo de algunos ahorristas. Quizás al momento de hacer la primera repartición de riqueza no fué todo tan meritocrá

Manipulación Lúdica

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Es más fácil convertir al jugador en un adicto manipulándole,  que hacer un juego que valga la pena Jugar. 1 Somos animales racionales, decía Aristóteles. Sin embargo, muchas veces nos movemos a base de respuestas instintivas, como chimpancés quitándonos los piojos los unos a los otros. Los avances en neurociencia han demostrado la relevancia que tiene la activación de los sistemas de recompensa del cuerpo en nuestra conducta. Las experiencias, sobre todo los logros, por más pequeños que sean, activan la liberación de dopamina y otras hormonas relacionadas al placer y a la satisfacción. Si alguien pudiera manipular de algún modo el sistema de recompensa de nuestro cuerpo, podría también manipular nuestra conducta. ¿Quién podría hacer eso? Es muy fácil manipular la conducta de ciertos animales . En 1897, el Fisiólogo Pavlov descubrió que al tocar una campana al mismo tiempo que le daba de comer a unos perros, podía condicionarlos para babear cada vez que oyeran el sonido de la campana,

Parálisis fantástica

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La mejor manera de estar listo para la realidad  es usar la fantasía. ₁ Para qué sirve la fantasía es una pregunta que debemos hacernos después de haber consumido toneladas de cómics, películas, juegos y novelas del género. Los superhéroes, la magia, los monstruos y los viajes a mundos fantásticos han existido desde siempre en el inconsciente colectivo. Nosotros, monos que narramos historias, hemos estado en contacto con esta forma singular desde el principio de los tiempos. Tanto en epopeyas como la de Gilgamesh, escrita por los sumerios hace 4500 años o en la Odisea de Homero, hace más de 2500, aparece la fantasía como la capacidad para producir hechos y mundos. También podemos incluir dentro de los relatos fantásticos a los mitos de los héroes nórdicos, egipcios, occidentales y orientales, pero no voy a detenerme en la pregunta de si toda religión es también fantasía. Sólo diré que la religión, a través del mito y la parábola, utiliza elementos fantásticos en su narración. La traged

Camus: el absurdo como punto de partida

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Si hay un dios ¿Cómo soportar no serlo? 1   El cosmos es irracional y caótico. Lo racional es un rasgo humano y exigir eso al cosmos es absurdo. Absurdo no es el hombre ni el mundo, sino la relación entre ambos. 2 Son las expectativas humanas de orden y racionalidad, las ilusiones, las fantasías de dioses y otras vidas el alimento del absurdo. El absurdo es la desproporción entre las expectativas humanas y la realidad caótica. Reconocer el absurdo es poder plantear un límite a la razón, es evitar un exceso de racionalidad. Pensar la vida sin Dios, sin reencarnación, cielo, Valhalla o Nirvana es la apuesta filosófica de Camus. No hay plan divino, ni destino, ni olimpo; la vida no es una prueba, no somos especiales, no hay almas eternas y, aunque muramos con un hacha en la mano, no iremos al festín de los dioses para luchar en el Ragnarok contra los gigantes de hielo. Debemos asumir que no siempre la verdad coincide con lo que deseamos. Después de haber aceptado todo esto, Camus plantea